La filosofía,

 el pensar deshistórico y

 la intemporalidad del pensamiento: 

un ejercicio de pura observación.

El pensamiento filosófico es por origen una expresión ahistórica o deshistorizante, la historia del pensamiento es simplemente un adicionamiento o un subscuente lógico de casualidades y mutaciones en ideas y en referencias. La anterior no es una sentencia inalterable, igualmente podríamos unir con un hilo inexpugnable el pensamiento a la historia y clasificar sus apariciones con prioridad y objetivación hacía la historia y sus apariciones meramente subjetivas subordinadas al molde de la historia, lo cual sería la proposición contraria a la primera.
Pero queremos que sea de la primera manera y el punto exegético de relevancia es que podemos elegir y propiciar que así sea. Pero entonces, ¿cúales son los motivos que dirigen y permiten nuestra libertad de elección en frente o en relación al flujo y modo de contemplación del pensamiento y en una subescala, del ejercicio filosófico?. La respuesta es que la filosofía es una manera de saber independiente de las otras. Es una posición del filósofar clásico, del saber enciclopédico el cual, es paradójicamente en la escala de la definición y tratamiento del mundo, el mayor enemigo y obstáculo de la expresión deshistorizante de la filosofía. Pero nosotros podemos subvertirlo y con ello se convierte en un juguete de niños malcriados como los que se encuentran hoy en centros de educación y en recintos académicos. Anécdota individual y zátira aparte. Es el principio de la autonomía social y del filósofar independiente: La filosofía no solamente es autónoma, es también autónoma de sí misma y tiene la posibilidad de movimiento de dirigirse, valga la redundancia sintáctica, en la dirección que quiera y cruzarse por sus etapas y componentes en la manera en que su autonomía lo requiera.
La historia en la filosofía corresponde a la institución. No a la institución académica sino a la institución histórica y política que acompaña a la academia. No en vano, los historiadores de la filosofía fueron propiamente en sí historiadores, empresas de registros de hechos y de ideas, elaboradores de compendios. Aún así, cuando en el Medioevo y la ilustración, la filosofía estuvo ligada a la institución académica, su propósito fue servir a la institución histórica, al presente y momento histórico de su aparición.
La asunción deshistórica de la filosofía corresponde en el plano ético a la inconexión de sus apariciones subjetivas con su momento histórico. El mundo de los mitos y las abstracciones referentes al universo y sus fenómenos es un mundo subhistórico, pone sus centros interpretativos en un imaginario colectivo asocial e irreal con la misma realidad material del universo físico que lo circunda; El Aristotelismo es la muestra más clara de la anterior percepción real, es el primer sentido lógico de un mundo álogico. La iglesia católica, que es la que impera en el imaginario universal de occidente, la cristiandad y su pretensión etnocentrica y universal es la muestra de una filosofía histórizada, puesta al servicio de la institución histórica en la manera como lo hemos dicho, aún, inconexas en sus presupuestos con la realidad universal que la circunda.
El catolicismo encuentra su estado de elevación máxima en el Medioevo, su universalidad es la muerte, el poder y el obscurantismo, su subjetivación es la de la vida mística e iluminada, la de santificación del cuerpo y la de la asistencia al hombre del pueblo. Vano resulta para la historiografía cristiana el invocar la santidad de sus mártires, el punto exegético subhistórico central de la santidad cristiana es la indignidad del hombre del pueblo, el abuso del cuerpo y de la salud de lo que intelectual y moralmente malogrado. La muerte del débil es la consecuencia natural de la santidad cristiana, el aconsejamiento al débil es el medio, explícitamente dicho, para la degeneración de lo débil. Vano es el intento de transmigración histórica de la santidad abnegada a cualquier universo social o mental, la iglesia necesita el poder, el poderío de la intelectualidad y del regimiento de la moral universal, su subsunción a cualquier corriente es un medio de ampollamiento si entendemos la palabra como introducción de poder sobre lo universal, de ampollamiento sobre la corriente que toma como espejo de su contenido doctrinal.
La reciente unión ideológico-político entre el materialismo histórico y su evolución post guerra y el contenido doctrinal histórico de la iglesia es una muestra de la inyección ideológica de la doctrina eclesial sobre su pariente filósofico. El Materialismo Histórico es una corriente necesariamente ahistórica, deshistorizante si se entiende que es la acción sobre las esferas no tratadas, inconsideradas del campo de prácticas social. La educación del hombre debía prescindir de la religión, la religión era el medio de influencia tácito de la antigua monarquía sobre la clase desfavorecía, sobre el potencial de construcción del nuevo estado. El marxismo conscientemente alienado, el de los eruditos de la post guerra invierte la tendencia y pretende construir el estado con el fundamento del medio del atraso, la influencia de la religión sobre el mundo moderno y sus centros de alimentación cultural, la represión del lenguaje y de las costumbres, el escarnio soterrado contra la independencia política del hombre, no específicamente a nivel de estado si no de formación del sujeto y del sentido individual de la praxis en la construcción autónoma de la especie Humana.
Otra muestra de esta aleación insana es el radicalismo circunstancial. No hay caso realmente más oscuro en pleno sentido, más dudoso y en ocasiones aberrante que la cristianización y descristianización de la obra de Ortega y sus emisarios. Es el caso de un intento de naturalización de la vida por medio del reconocimiento cognoscitivo de las condiciones en que la vida se desarrolla, es al mismo tiempo el caso de una ‘aleación’ con el cristianismo que termina por transformar una filosofía de la educación en una represión autoconsciente y consentida del sujeto,de un campo de prácticas viciado y atestado de deformaciones hermenéuticas producidas por la guerra paradójicamente antíhumana y opuesta al campo superhumano de las circunstancias que propicia la apropiación de la virtud cristiana sobre medios filosóficos al mismo tiempo que concluye en la coartación del sujeto como habitante del mundo. La cristiandad es necesariamente antifilosófica, carente de cimientos sólidos para la construcción evolución pragmática de la humanidad y su vida cultural.
Lo que crea una paradoja en el radicalismo circunstancial frente a la inyección ideológica por parte de la institución histórico-filosófica de la iglesia católica es que no se hacen claros los motivos que la hacen anticristiana o procristiana. Es como de costumbre, inconexa al presente histórico de su nacimiento: Reaparición e imposición del clasicismo filosófico en su forma pura, abuso de poder cuando este acrecienta al interior de sus recintos, tangibles o intangibles, pretensión de humanización y democratización de los derechos culturales, influjo antinatural sobre el sujeto en torno a la espiritualización mística del concepto de persona, de vertientes multiples pero igualmente alienadas en escollos históricos, fascismo apaciguado por la existencia de derechos espirituales morales. Se presenta una subdefinición en torno a la formación de la paradoja en la corriente: El último aspecto mencionado, la institución histórico filosófica cristiana acrecienta el fenómeno de choque y constricción sobre el sujeto, naturaleza racional del facismo, la apropiación cristiana hace inefectivo el reconocimiento cognoscitivo de la vida y sus condiciones artificiales. Tambien la Aristocracia ejerce una influencia sobre este último aspecto, aunque es una influencia subhistórica o en el mejor estado suprahistórica. Subhistórica por que la visión clásica y original de la Aristocracia no tendría teóricamente un efecto igual a la Aristocracia históricamente plausible de occidente, la del Medioevo, la del renacimiento. La Aristocracia histórica adhiere al reconocimiento cognoscitivo los derechos morales y espirituales, más bien, los pone sobre la base de la formación del sujeto multipresente, multiuniversal, lo equipara a la escala de la fecundidad sobre el individuo ya sea gregado o apartado.
Lo único que da claridad sobre la descristianización o procristiniazación del radicalismo circunstancial son por un lado, la tendencia de la naturalización de la conciencia que va en contra por fundación de presupuestos contra la institución histórico-filosófica cristiana. Y por otro lado, la inserción de presupuestos subhistóricos que el caso preciso tratado son, deshistorizantes y que claramente no están adheridos en cualquier caso a la corriente de Ortega.
La institución histórico-filosófica cristiana se sostiene gracias a la suplantación antifilosófica, semiontológica de las corrientes de la filosofía, al parasitismo bien sea sobre la existencialidad o sobre la humanización, sobre la transformación o sobre la reconstrucción; en este sitio se reitera que es etnocentrica, antilógica y antifilosófica. Y no es que otras corrientes no sufran por inherencia de esta condición, es que otras corrientes no producen el ampollamiento sobre las entidades filosóficas, cuando menos no por necesidad tangente y política de hacerlo y en última instancia, no se trata de un ampollamiento sino de una situación hermenéutica contruida de una manera distinta, propiamente deshistórica y no sujete a necesidades o presupuestos materiales, como ejemplo la Aristocracia misma.
Para seguir con nuestro tema de la condición deshistorizante de la filosofía, tenemos que mencionar las corrientes modernas. Ciertamente, el nihilismo literario Frances, que yo degusto con tanta paciencia y que hace parte de mis perversiones interiores… pero que sea claro, nada sexual ni espiritual, ese nihilismo francés de la literatura y regodeo en intuiciones filosóficas, es sin duda, una subjetivación a histórica enclavada en el pensamiento moderno. Es curiosamente, geográficamente bien enclavado en su subjetividad en su presente histórico. Digámoslo porque Francia es un país con amplia tradición liberal, ya sea desde el punto de vista cultural, espiritual o moral y la literatura de la que hablo es una descripción muy variada de todos esos puntos de generación de ideas y tópicos y lo interesante es que no lo hace con una dependencia objetiva de las cuestiones políticas relacionadas al estado.
Nietzsche es la deshistorización en plenitud ideal, no sólo por la poca relevancia político-histórica de sus personajes sino por su perseverancia en mostrarse como un ironista de la historia. Detenidamente visto, no respeta siquiera el concepto mismo de tragedia, astutamente sale del mundo de lo clásico que tanto alaba y sin problema hace mutaciones históricas que miradas desde la ópticamente literaria no son más que creaciones. Cuando se política, se historiza o se contextualiza históricamente a Nietzsche uno se arriesga a dos cosas, o bien a encontrarse con un redentor de la historia que no zatiriza ni ataca a inocentes, es por el contrario el Antidios de los dioses, el juez de los condenadores o en su defecto viéndolo desde la dureza del carácter filósofico Nietzscheano, su condenador. Lo segundo a lo que uno se arriesga es a activar explosiones de tópicos históricos, a caer en subjetividades con carácter de absolutez racional, topícos históricos que yendo aparte o bien sea unidos a la subjetividad que se desencadena, son tópicos que por lo general se acallan con uso inadecuado, subrepticio y en otros casos notorios del poder. ¿entenderá el lector o la sagaz y compasiva lectora el motivo de pequeñas ironías en el presente escrito?. Sobre Nietzsche he recibido críticas y aportaciones de todo tipo, simpáticas y estúpidas como por ejemplo la del ultrahumano de la antigüedad superdesarrollado físicamente, aceptables y respetables como todas, pero hechas en un campo de prácticas viciado, antíhumano y contraproducente a los fines que la teorización del mismo se propone. Temas éstos tres últimos mencionado para tratar ampliamente.
Y finalmente, mi filiación. Deleuze, es la eclosión de la subjetividad, el pensamiento alterno sobre el pensamiento multiple, al punto de que ponerle el rotulo de la intempestividad es falsearlo, no reducirlo, pero si falsear su esencia. De Deleuze ha salido la orientación del presente artículo y de los que serán los próximos y que compartiré con mucha felicidad a todos ustedes que puedan leerme o difundirme. Se llamarán “anécdotas filosóficas”. Espacios en donde la filosofía y la historia de la filosofía se entretejen con autonomía y autoautonomía con expresiones e ideaciones verbiformes, multiformes y en ocasiones también verbinformes. Puede llamarlas también: Zatiras para el buen vivir.